Cuando un tejado no recibe el mantenimiento adecuado, la vivienda queda expuesta a diferentes problemas que afectan tanto a la estructura como al interior. Las humedades en tejados son uno de los problemas más frecuentes y peligrosos, ya que pueden tener múltiples orígenes y consecuencias graves si no se tratan a tiempo.
A continuación, explicamos los principales tipos de humedades que aparecen en un tejado, sus causas, sus efectos y cómo prevenirlas. Y, en el caso de ser necesario, si debes optar por una reparación de tejados para evitar daños mayores y garantizar la durabilidad de la cubierta.
1. Humedades por filtración
Las humedades por filtración son las más comunes en cubiertas con un mantenimiento deficiente. Suelen originarse por tejas agrietadas, desplazadas o rotas, así como por la pérdida de eficacia de la capa impermeabilizante. También influyen unos remates mal ejecutados, que permiten la entrada directa de agua en la estructura.
Cuando el agua penetra de forma constante, las consecuencias pueden ser graves: deterioro del aislamiento térmico, daños en el forjado y en la madera estructural, así como procesos de oxidación en vigas metálicas. Estos daños no solo afectan a la estética interior, sino que comprometen la resistencia del edificio.
Un tejado en buen estado debe actuar como primera barrera de protección frente a la lluvia, por lo que cualquier filtración no atendida incrementa rápidamente los riesgos de daños estructurales de alto coste.
2. Humedades por condensación
Las humedades por condensación se producen por la diferencia de temperatura entre el interior y el exterior de la vivienda. Cuando la cubierta no tiene una ventilación adecuada, la humedad se acumula en forma de gotas en la parte interna del tejado. La falta de una cámara de aire o de láminas transpirables intensifica este fenómeno.
Estas humedades suelen confundirse con filtraciones, pero su origen es distinto. Provienen del vapor de agua interior que no logra evacuar. Si no se controla, la condensación puede afectar a los acabados interiores y favorecer la aparición de moho en falsos techos y paredes.
3. Humedades por capilaridad
Las humedades por capilaridad se producen cuando el agua asciende a través de materiales porosos, como ladrillos, morteros o piedras, debido a la tensión superficial del líquido. Aunque se asocian más a suelos y cimientos, también pueden afectar a muros y elementos cercanos al tejado, sobre todo en zonas expuestas a lluvias frecuentes.
El ascenso del agua no solo deteriora el aspecto estético con manchas y desconchados, sino que también puede debilitar las capas superficiales de los materiales, comprometiendo la durabilidad de la cubierta. En casos prolongados, la capilaridad puede dañar revestimientos interiores y estructuras adyacentes.
4. Humedades por crecimiento de musgo u hongos
El musgo, los líquenes y los hongos aparecen en cubiertas expuestas a sombras prolongadas, exceso de humedad o drenajes deficientes. La acumulación de suciedad y la falta de limpieza periódica favorecen su proliferación.
Aunque a simple vista pueda parecer un problema estético, este crecimiento vegetal degrada poco a poco las tejas y la madera, haciéndolas más frágiles frente a la lluvia y el viento. Con el tiempo, estas colonias retienen más agua, incrementando el riesgo de filtraciones y acelerando el desgaste del tejado. Mantener la cubierta limpia y bien drenada es primordial para prevenir su expansión.
5. Humedades derivadas de tapajuntas o remates deteriorados
Los tapajuntas y remates son zonas especialmente sensibles de un tejado, ya que sellan uniones críticas como chimeneas, claraboyas o tragaluces. Con el tiempo, la exposición al sol, el viento y la lluvia deteriora estos puntos, provocando microfisuras y pérdida de estanqueidad.
Cuando fallan, el agua se infiltra con facilidad, generando daños en el aislamiento, moho en la madera y problemas en la calidad del aire interior. Además, las filtraciones por remates defectuosos suelen ser difíciles de detectar a simple vista, lo que retrasa su reparación y agrava el problema estructural.
Consecuencias de ignorar las humedades
No atender a tiempo las humedades en un tejado en mal estado puede derivar en graves consecuencias como el debilitamiento de la estructura, proliferación de moho que afecta a la salud, pérdida de confort térmico y un incremento significativo en el coste de las reparaciones.
Además, el deterioro progresivo puede obligar a sustituir no solo la cubierta, sino también partes del forjado, lo que implica una obra mayor y costosa.
Cómo prevenir y tratar las humedades desde la reparación de tejados
La prevención es la mejor estrategia frente a las humedades de tejado. Algunas medidas que debes tomar:
- Inspecciones regulares para detectar grietas o tejas desplazadas.
- Limpieza de canalones y bajantes para evitar acumulaciones de agua.
- Aplicación de nuevas capas impermeabilizantes o láminas transpirables que permitan la evacuación de vapor sin dejar pasar el agua.
- Mantener una ventilación adecuada en la cubierta, especialmente en buhardillas o áticos.
- Reparar de inmediato cualquier fisura o filtración localizada.
- Usar tratamientos específicos contra la capilaridad o contra el crecimiento de musgo y hongos.
¿Cada cuánto revisar el tejado?
- Revisión general del tejado, al menos una vez al año, preferiblemente tras la temporada de lluvias o nieve.
- Inspección adicional, después de fenómenos meteorológicos intensos (tormentas, granizo, fuertes vientos).
- Limpieza de canalones y bajantes, dos veces al año (primavera y otoño) para evitar acumulaciones de hojas y suciedad.
- Control de ventilación e impermeabilización, cada 2-3 años, verificando la eficacia de las láminas transpirables y la cámara de aire.
- Tratamientos contra musgo y hongos, según la zona climática, normalmente cada 2-3 años o antes si se detecta proliferación.
- De este modo, la reparación de tejados y las acciones preventivas ayudan a evitar filtraciones, condensaciones y daños estructurales de alto coste.
Implementar estas acciones no solo protege la vivienda, sino que también prolonga la vida útil del tejado y reduce la probabilidad de obras de gran envergadura.
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