El amianto, también conocido como asbesto, es un mineral fibroso que ha sido ampliamente utilizado en la construcción y en diversos sectores industriales por sus propiedades aislantes y su resistencia al calor. Sin embargo, su uso ha quedado prohibido en muchos países, entre ellos España, por los graves riesgos que representa para la salud humana. La exposición al amianto puede provocar enfermedades graves, y muchos se preguntan si es posible eliminarlo del cuerpo una vez que ha sido inhalado o ingerido.
¿Qué es el amianto y cómo entra en el cuerpo?
El amianto está compuesto por un conjunto de minerales naturales que se presentan en forma de fibras microscópicas. Existen varios tipos de amianto, entre ellos el crisotilo, la amosita y la crocidolita, todos ellos clasificados como cancerígenos por organismos internacionales como la OMS.
Estas fibras pueden liberarse al ambiente cuando los materiales que las contienen se degradan o son manipulados sin las debidas medidas de seguridad, por ello, una empresa especializada en retirada de amianto, debe encargarse de manipular este mineral tóxico.
La principal vía de entrada del amianto al cuerpo humano es la inhalación, aunque también puede ocurrir por ingestión de partículas contaminadas. Al inhalar el polvo de amianto, las fibras pueden quedar atrapadas en los pulmones, generando daño a largo plazo.
Si solo inhalas una pequeña cantidad de amianto, no te preocupes, lo más probable es que no genere consecuencias graves a tu salud.
¿Cómo saber si tengo o no amianto en mi cuerpo?
Detectar si el amianto ha dejado huella en el cuerpo no es tarea fácil. Sus efectos pueden tardar años, a veces más de veinte o treinta, en mostrarse. Por eso, si en algún momento estuviste en contacto con lugares donde se manipulaba o se deterioraba amianto, conviene estar atento.
Síntomas como tos que no se va, dolor en el pecho, dificultad para respirar o una fatiga que no tiene explicación clara pueden ser señales de que algo no anda bien. En esos casos, lo mejor es consultar con un médico.
El primer paso es una evaluación médica completa, donde se repasa tu historial de exposición y tus síntomas actuales. A partir de ahí, el médico puede pedir algunas pruebas específicas como como tomografías computarizadas (TC) o radiografías de tórax.
Una radiografía de tórax puede mostrar si hay signos típicos de exposición al amianto, como engrosamientos en la pleura o calcificaciones. Si se necesita más detalle, se recurre a una tomografía computarizada (TC), que ofrece imágenes más precisas y puede detectar alteraciones en etapas más tempranas.
También puede hacerse una espirometría, que mide la capacidad pulmonar y ayuda a ver si hay limitaciones para respirar que puedan estar relacionadas con enfermedades respiratorias crónicas.
En casos donde hay sospechas más serias, se puede analizar el líquido pleural o incluso hacer una biopsia pulmonar, sobre todo si se considera la posibilidad de enfermedades como el mesotelioma.
¿Cómo elimina el cuerpo las fibras de amianto?
El organismo cuenta con mecanismos de defensa que intentan expulsar las sustancias extrañas que entran en el cuerpo. En el caso del amianto, algunas fibras pueden ser eliminadas mediante la acción del moco y la tos, o incluso excretadas por medio de las heces o la orina.
Una parte de las fibras inhaladas puede atravesar las barreras protectoras del sistema respiratorio y alojarse en los pulmones o incluso migrar a otros órganos. Debido a su composición, estas fibras no son biodegradables y pueden permanecer en el cuerpo durante décadas.
¿Qué sucede con las fibras que no se eliminan?
Las fibras que logran alojarse en el organismo pueden provocar inflamaciones crónicas y generar tejido cicatricial. Con el tiempo, estas lesiones pueden evolucionar en enfermedades graves como la asbestosis, una afección pulmonar progresiva que causa dificultad respiratoria.
Además, la exposición prolongada al amianto está directamente relacionada con el desarrollo de mesotelioma, un tipo de cáncer agresivo que afecta la pleura (membrana que recubre los pulmones), así como con el cáncer de pulmón. Estas enfermedades suelen presentar un largo período de latencia, lo que significa que pueden tardar entre 20 y 40 años en manifestarse tras la exposición inicial.
¿Existen tratamientos para eliminar el amianto del cuerpo?
Actualmente no existe ningún tratamiento médico que permita eliminar por completo las fibras de amianto alojadas en el cuerpo. Una vez que estas fibras se han incrustado en los tejidos, resultan prácticamente imposibles de extraer sin causar daños mayores.
Los tratamientos se enfocan en aliviar los síntomas y en tratar las enfermedades derivadas de la exposición al amianto. Esto incluye terapias respiratorias, medicamentos antiinflamatorios, cirugía y, en casos de cáncer, quimioterapia o radioterapia. La clave sigue siendo la detección temprana y el seguimiento médico continuo.
¿Cómo prevenir la exposición al amianto?
La mejor manera de protegerse del amianto es evitar cualquier contacto con materiales que lo contengan. Para ello, es fundamental identificar productos antiguos que puedan contenerlo, como tejados, tuberías, aislamientos o suelos vinílicos.
La retirada de estos materiales debe ser realizada exclusivamente por empresas especializadas y autorizadas como Vertical Madrid, contamos con el equipo y la formación necesaria para la retirada de amianto en Madrid, lo manejamos de forma segura. Además, se deben seguir las normativas locales e internacionales sobre su gestión, almacenamiento y eliminación.
Eliminar el amianto del cuerpo no es posible una vez que las fibras se han incrustado en los tejidos. Por ello, la prevención es la herramienta más eficaz para evitar sus graves consecuencias para la salud. Ante cualquier sospecha de exposición, es imprescindible acudir al médico para realizar una evaluación y seguir las recomendaciones pertinentes. Protegerse del amianto es proteger la salud a largo plazo.